Bolas de fuego sobre el mundo

Bolas de fuego sobre el mundo
(citas de manuscritos inéditos liberados de Elena G. de White, y citas adicionales de sus escritos y de la biblia)

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Anoche se presentó ante mí una escena. Tal vez nunca me sienta libre para revelarlo todo, pero revelaré un poco. 19LtMs, Ms 102, 1904, par. 31

Parecía que una inmensa bola de fuego descendía sobre el mundo y aplastaba grandes casas. De un lugar a otro se elevó el grito: “¡El Señor ha venido! El Señor ha venido!” Muchos no estaban preparados para recibirlo, pero unos pocos decían: “¡Alabado sea el Señor!” 19LtMs, Ms 102, 1904, par. 32

“¿Por qué alabáis al Señor?”, preguntaron aquellos sobre los que venía la destrucción repentina. 19LtMs, Ms 102, 1904, par. 33

“Porque ahora vemos lo que hemos estado buscando”. 19LtMs, Ms 102, 1904, par. 34

“Si creíais que estas cosas venían, ¿por qué no nos lo dijisteis?” fue la terrible respuesta. “No sabíamos de estas cosas. ¿Por qué nos dejasteis en la ignorancia? Una y otra vez nos habéis visto; ¿por qué no os familiarizasteis con nosotros y nos hablasteis del juicio que ha de venir, y de que debemos servir a Dios, para que no perezcamos? Ahora estamos perdidos”. 19LtMs, Ms 102, 1904, par. 35 (2 de julio de 1904)

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Anteanoche pasó ante mí una escena muy impresionante. Vi una inmensa bola de fuego caer en medio de unas hermosas mansiones, causando su destrucción instantánea. Escuché a algunos decir: “Sabíamos que los juicios de Dios vendrían sobre la tierra, pero no sabíamos que vendrían tan pronto”. Otros dijeron: “¡Lo sabías! ¿Por qué entonces no nos dijiste? No lo sabiamos.” Por todos lados escuché tales palabras pronunciadas. 19LtMs, Lt 217, 1904, párr. 12 (3 de julio de 1904)

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Se me presentó una escena. Era la noche anterior al sábado. Fue cuando esa escena se presentó. Miré por la ventana, y había una inmensa bola de fuego que había venido del cielo, y cayó donde estaban fundiendo edificios con pilares, especialmente los pilares me fueron presentados. Y parecía como si la bola llegara justo al edificio y lo aplastara, y vieron que se ramificaba, se ramificaba, se agrandaba, y empezaron a llorar y a lamentarse y a retorcerse las manos; y pensé que algunos de los nuestros estaban allí, diciendo: “Bueno, es justo lo que hemos estado esperando; es justo lo que hemos estado hablando; es justo lo que hemos estado hablando.” “¿Lo sabíais?”, dijo la gente. “¿Lo sabías y nunca nos lo contaste?” Me pareció que había tal agonía en su rostro, tal agonía en su apariencia. 19LtMs, Ms 152, 1904, par. 21 (5 de julio de 1904)

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Mientras estaba en Nashville, una escena se abrió ante mí. Una gran bola de fuego parecía caer del cielo, y de ella salían destellos de luz. Cuando estos destellos de luz golpeaban un edificio, éste ardía como la yesca. Y entonces oí a alguien decir: “Sabía que esto iba a ocurrir. Estos son los juicios de Dios que yo sabía que venían”. “¡Lo sabías!”, dijo otro. “Tú eras mi vecino. ¿Por qué no me dijiste que estas cosas venían? ¿Por qué no avisaste a los demás?” 19LtMs, Ms 154, 1904, par. 36 (14 de agosto de 1904)

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El Señor pronto vendrá en las nubes del cielo con poder y con gran gloria. Sus terribles juicios pronto caerán sobre nuestro mundo. ¿Estamos haciendo todo lo posible para advertir a los habitantes de la tierra de estas cosas? Mientras estaba en el Sur hace unos meses, tuve un sueño muy impresionante. Me pareció ver una gran bola de fuego que venía del cielo y golpeaba la tierra. Grandes casas estaban en llamas, y muchos miraban con gran angustia. Alguien dijo: “Yo sabía que esto iba a suceder. Sabía que los juicios de Dios iban a caer pronto”. “¿Sabías que estas cosas iban a suceder?”, dijo otro. “¿Por qué no nos lo dijiste? ¿Por qué no nos advertiste, y nos mostraste las profecías, para que nosotros también lo supiéramos?” 19LtMs, Ms 158, 1904, par. 30 (10 de septiembre de 1904)

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Cuando estaba en Nashville, había estado hablando a la gente, y en la estación de la noche, hubo una inmensa bola de fuego que vino directamente del cielo y se posó en Nashville. Había llamas saliendo como flechas de esa bola; las casas estaban siendo consumidas; las casas estaban tambaleándose y cayendo. Algunos de los nuestros estaban allí. “Es tal como lo esperábamos”, decían, “esperábamos esto”. Otros se retorcían las manos en agonía y clamaban a Dios por misericordia. “¡Lo sabías!”, decían, “¡sabías que esto iba a ocurrir, y nunca dijiste una palabra para advertirnos!” Parecía que casi los iban a hacer pedazos, al pensar que nunca les habían avisado ni les habían dado ninguna advertencia. 20LtMs, Ms 188, 1905, par. 13 (21 de enero de 1905)

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En la noche estaba, pensé, en una habitación pero no en mi propia casa. Estaba en una ciudad, donde no sabía, y oí una explosión tras otra. Me levanté rápidamente en la cama y vi desde mi ventana grandes bolas de fuego. Salían chispas, en forma de flechas, y los edificios se consumían; y en muy pocos minutos todo el bloque de edificios estaba cayendo, y los chillidos y gemidos lúgubres llegaban claramente a mis oídos. Grité, en mi posición elevada, para saber qué estaba pasando: ¿Dónde estoy? ¿Y dónde está nuestro círculo familiar? Entonces me desperté. Pero no podía decir dónde estaba, pues me encontraba en otro lugar que no era mi casa. Dije: Oh Señor, ¿dónde estoy y qué debo hacer? Era como una voz que hablaba: “No tengas miedo. Nada te hará daño”. 21LtMs, Ms 126, 1906, par. 6

Se me instruyó que la destrucción ha salido sobre las ciudades. La Palabra del Señor se cumplirá. (Isaías 29:19-24) fue repetido. No me atreví a moverme, sin saber dónde estaba. Clamé al Señor: ¿Qué significa esto? Se repitieron las representaciones de la destrucción. ¿Dónde estoy? “En las escenas he representado lo que será; pero advierte a mi pueblo que deje de poner su confianza en los hombres que no son obedientes a mis advertencias y que desprecian mi reprensión, porque el día del Señor está justo sobre el mundo cuando la evidencia se hará segura. Los que han seguido las voces que quieren poner las cosas al revés serán ellos mismos convertidos donde no pueden ver, pero que serán como hombres ciegos.” 21LtMs, Ms 126, 1906, par. 7

Estas palabras me fueron dadas de (Isaías 30): “Ahora ve, escríbelo delante de ellos en una tabla, y anótalo en un libro, para que quede para el tiempo venidero por siempre y para siempre: Que éste es un pueblo rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quieren oír la ley del Señor: Que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis cosas rectas, habladnos cosas suaves, profetizad engaños”. [Isaías 30:8-15, citado.] 21LtMs, Ms 126, 1906, par. 8

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En la temporada nocturna tuve una presentación. No me parecía estar en mi propia casa en Santa Elena. Me pareció que me despertaron en la noche con un gran ruido de gritos de angustia, y vi todo el cielo iluminado. Caían bolas que parecían de fuego, y estas bolas parecían llenas de flechas, y dondequiera que golpeaban había grandes calamidades. Las casas se incendiaban, y ningún esfuerzo humano podía apagar las llamas. La tierra temblaba, y las casas caían con estrépito. 21LtMs, Ms 126, 1906, par. 14 (23 de agosto de 1906)

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El viernes pasado, de mañana, justamente antes de levantarme, se presentó delante de mí una escena muy impresionante. Me parecía que me había despertado de dormir, pero no en mi hogar. Por las ventanas yo podía observar una terrible conflagración. Grandes esferas de fuego se desplomaban sobre las casas, y desde esas bolas de fuego, saetas ígneas volaban en toda dirección. Era imposible dominar los incendios que se iniciaban y muchos lugares estaban siendo destruidos. El terror de la gente era indescriptible. Después de un tiempo me desperté y me encontré en mi propio hogar.—Carta 278, 1906. MB 142.1 (El Ministerio de la Bondad, 142) (26 de agosto de 1906)

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Citas adicionales:

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“Antes que el azote venga como avenida de aguas sobre los habitantes de la tierra, el Señor exhorta a todos los que son israelitas de verdad a prepararse para aquel suceso. A los padres hace llegar este grito de alarma: Juntad a vuestros hijos en vuestros hogares; separadlos de aquellos que desprecian los mandamientos de Dios, que enseñan y practican lo malo. Salid de las grandes ciudades tan pronto como os sea posible. —Joyas de los Testimonios 2:454. DCC 12.2 (De la Ciudad al Campo)

“¡Fuera de las ciudades; fuera de las ciudades!” Este es el mensaje que el Señor me ha dado. Los terremotos vendrán; las inundaciones vendrán; y no debemos establecernos en las ciudades malvadas, donde el enemigo es servido en todos los sentidos, y donde Dios es tan a menudo olvidado. El Señor desea que tengamos una visión espiritual clara. Debemos ser rápidos para discernir el peligro que conllevaría el establecimiento de instituciones en estas ciudades impías. Debemos hacer planes sabios para advertir a las ciudades, y al mismo tiempo vivir donde podamos proteger a nuestros hijos y a nosotros mismos de las influencias contaminantes y desmoralizadoras que prevalecen en estos lugares.-Life Sketches (of Ellen G. White), 409, 410 (1906). CL 31.4 (Vida en el campo |ver De la Ciudad al Campo DCC 30.5)

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La ira de Dios vendrá sobre todas las ciudades, sobre las viviendas, sobre los grandes edificios, tan repentinamente que quienes tengan el menor indicio no estarán seguros de demorarse en absoluto. Deben huir de inmediato. 17LtMs, Ms 233, 1902, par. 3

Vivimos en medio de los peligros de los últimos días. La ira de Dios se está preparando para venir sobre todas las ciudades, no todas a la vez, sino una tras otra. Y si el terrible castigo en una ciudad no hace que los habitantes de otras ciudades tengan miedo y busquen el arrepentimiento, les llegará su hora. Cuando el Señor se levante para sacudir terriblemente la tierra, no cesará hasta que se cumpla su obra de castigo. 17LtMs, Ms 233, 1902, par. 4

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¡Oh, si el pueblo de Dios tuviera conciencia de la inminente destrucción de miles de ciudades ahora casi entregadas a la idolatría!—The Review and Herald, 10 de septiembre de 1903.

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Lucas 13:34 Reina-Valera Antigua
34 Jerusalem, Jerusalem! que matas á los profetas, y apedreas á los que son enviados á ti: ­cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina sus pollos debajo de sus alas, y no quisiste!

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Oseas 4:1-3 Reina-Valera Antigua
4 OID palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová pleitea con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra.
2 Perjurar, y mentir, y matar, y hurtar y adulterar prevalecieron, y sangres se tocaron con sangres.
3 Por lo cual, se enlutará la tierra, y extenuaráse todo morador de ella, con las bestias del campo, y las aves del cielo: y aun los peces de la mar fallecerán.

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Apocalipsis 14:6-12 Reina-Valera Antigua
6 Y vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo á los que moran en la tierra, y á toda nación y tribu y lengua y pueblo,
7 Diciendo en alta voz: Temed á Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida; y adorad á aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas.
8 Y otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, aquella grande ciudad, porque ella ha dado á beber á todas las naciones del vino del furor de su fornicación.
9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo en alta voz: Si alguno adora á la bestia y á su imagen, y toma la señal en su frente, ó en su mano,
10 Este también beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y delante del Cordero:
11 Y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás. Y los que adoran á la bestia y á su imagen, no tienen reposo día ni noche, ni cualquiera que tomare la señal de su nombre.
12 Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.

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Estos mensajes de los 3 ángeles han estado saliendo desde 1844, descrito en la profecía de Daniel 8:14 (al final de los 2300 dias o años), en donde comenzaría la purificación del santuario, o el juicio investigador. [Comentario pertenece al administrador de ésta página]

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Apocalipsis 18:1-5 Reina-Valera Antigua
18 Y DESPUÉS de estas cosas vi otro ángel descender del cielo teniendo grande potencia; y la tierra fué alumbrada de su gloria.
2 Y clamó con fortaleza en alta voz, diciendo: Caída es, caída es la grande Babilonia, y es hecha habitación de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de todas aves sucias y aborrecibles.
3 Porque todas las gentes han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.
4 Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas;
5 Porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.

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Jeremías 29:13 Reina-Valera Antigua
13 Y me buscaréis y hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.

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Isaías 55:6-7 Reina-Valera Antigua
6 Buscad á Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos; y vuélvase á Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.

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Pedro, Santiago y Juan dejaron sus redes para seguir a Cristo. Y hoy, hombres y mujeres dejarán sus vocaciones para proclamar el mensaje del Evangelio. Las multitudes han de ser reunidas en el redil. Muchos que han conocido la verdad han corrompido su camino ante Dios y se han apartado de la fe. Las filas rotas serán llenadas por aquellos representados por Cristo como entrando en la hora undécima. Hay muchos con los que el Espíritu de Dios está luchando. El tiempo de los juicios destructivos de Dios es el tiempo de la misericordia para aquellos que no tienen oportunidad de aprender lo que es la verdad. El Señor los mirará con ternura. Su corazón de misericordia está conmovido; su mano está todavía extendida para salvar, mientras la puerta está cerrada para los que no quieren entrar. Se admitirá a un gran número de personas que en estos últimos días oirán la verdad por primera vez. Carta 103, 1903 (18LtMs, Lt 103, 1903, par. 12)

Las filas raleadas serán llenadas por aquellos a quienes Cristo representó como viniendo a la undécima hora. Hay muchos con quienes el Espíritu de Dios está contendiendo. El tiempo de los juicios destructores de Dios es el tiempo de la misericordia para aquellos que [hasta el momento] no han tenido oportunidad de aprender qué es la verdad. El Señor los mira con ternura. Su corazón misericordioso se conmueve, su mano todavía se extiende para salvar, mientras la puerta se cierra para aquellos que no quisieron entrar. Será admitido un gran número de los que en los últimos días oirán la verdad por primera vez.—Carta 103, 1903. EUD92 186.2 (Eventos de los Últimos Días |ver Testimonios tomo 9)

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Los juicios de Dios pronto llegarán a todas nuestras ciudades, y deseo que todos estemos preparados. Deseo que confesemos nuestros pecados y nos convirtamos. Si alguno de ustedes desea que sus corazones sean ablandados y quebrantados ante Dios, lo mejor es que despejen el camino del Rey esta tarde, sin demora. Lo mejor es preparar el corazón para la recepción del Espíritu Santo, para que tenga libre curso en todo el ser. Lo mejor es que abras la puerta del templo del alma y dejes entrar al Salvador. “He aquí que estoy a la puerta y llamo”, dice el Salvador. “Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en él y cenaré con él, y él conmigo”. [Apocalipsis 3:20.] 21LtMs, Ms 95, 1906, par. 59

Réplica a gran escala del Partenón original en Nashville, TN, construido en 1897
Partenón y estatua de Atenea